¿Quién ganó? ¿Quién ganó? La pregunta ya estaba instalada en el plató de Canal 7 anoche, apenas finalizó el primero de los debates entre los pre candidatos convocados para este fin de semana, siete días antes de las EPAOS. Y la respuesta es que no hubo un claro triunfador. Sólo sacaron alguna ventaja aquellos que lograron aprovechar mejor los 90 segundos para desarrollar cada uno de los tres temas elegidos (inseguridad, tránsito y obras públicas) y pudieron meter algún bocadillo en el cuerpo a cuerpo de los debates libres (en el video, la discusión sobre el segundo tópico). La disposición de los postulantes, fruto del azar, dejó demasiado lejos a los más sonoros cuestionadores del oficialismo municipal (Emiliano Alvarez Porte y Martín Salaberry, en menor medida Raúl Woscoff y José Zingoni) del candidato del Frente para la Victoria, lo que le quitó chispas al duelo masivo. Siempre atento a su machete, Matías Italiano no perdió la tranquilidad y aguantó los embates, aunque sus reiteradas alusiones a «Gustavo» como inspirador de la mayoría de sus ideas, confundió a varios porque en la ronda de exposiciones le tocaba hablar siempre después de Gustavo Mandará, el otro representante del kirchnerismo, que no era precisamente el aludido. Los más callados fueron José Luis La Colla (se llamó a silencio en los 3 bloques de 8 minutos compartidos) y Marcelo Laucirica, el «olvidado» del primer debate televisado. Se notó la experiencia de debates anteriores en Woscoff (siempre picando en punta en el debate libre, aún a riesgo de una largada en falso, como los atletas más ansiosos) y de Néstor Conte, que, fiel a su costumbre y a la de su sector político, lanzó las denuncias más fuertes, así como la falta de recorrido en estas lides de Marcos Navarrete. A Julián Lemos, por carácter propio ó adherir a la filosofía de no confrontación de su nuevo referente, se lo notó bastante contenido, pese a que, después de Italiano, fue uno de los más atacados por sus contrincantes.
Se notó que la mayoría de los precandidatos se preparó para la contienda y algunos, como Zingoni y Alvarez Porte entendieron que la televisión, antes que sonido, es imagen y recurrieron a carteles para apoyar sus exposiciones. El radical, como buen abogado, apeló también al efectivo argumento de «lo que no está prohibido, está permitido» para lograr que frente a su atril apareciera, al menos durante algo más de un bloque, la bandera rojiblanca de su partido. Sólo algunos pocos exhibieron su boleta y también se contaron con los dedos de una mano los que mencionaron el número de su lista, un detalle no menor a tener en cuenta, con vistas al domingo 11 donde en los pupites habrá once papeletas, aunque no todas del mismo tamaño.
En los cortes, cada candidato tuvo más de un acompañante de quien recibir consejos y sugerencias. Los hermanos y legisladores Jaime y Virginia Linares estuvieron con Zingoni, Héctor Gay con Salaberry, Sergio Masarella con Mandará y Norberto Martínez con Woscoff, entre los más activos. Otros aprovecharon para caminar por el estudio ó tomar agua (mineral, claro está), para encarar mejor hidratados el bloque siguiente. Detrás de cámaras hubo quejas por la superposición de voces y la falta de intervención de los presentadores en los tramos de debate libre. Lo cierto es que la regla establece que son los precandidatos quienes deben ordenarse, sin la participación de mediador alguno ya que cualquier acotación ó sugerencia que estos aporten, puede interpretarse como que están favoreciendo a alguno de los expositores ó sesgando el debate hacia algún sector. Es inevitable que en ese espacio, lejos, el más interesante de todo el envío, haya superposiciones y se imponga ó la voz más fuerte, ó la rapidez de uno para sobreponerse al resto, características que dan una pauta al televidente y votante acerca de la conducta personal y la forma de actuar de sus futuros representantes, más allá de las ideas que dicen representar.
La insistencia en este tipo de debates, que se habían iniciado en 2007, continuaron en 2009 pero se interrumpieron en 2011 (aseguran que por la negativa a intervenir de quien lideraba las encuestas y luego sorprendería a toda la ciudad con su decisión) irá mejorando su contenido, aunque siempre dependerá del rol y la actitud que adopten los propios protagonistas.
