¿Quién es Quién de Cara a Octubre en la Política Bahiense?

QUIN_ES_QUIN(Notas de Usuarios) – Falta mucho pero no falta tanto. En octubre habrá que elegir (¿o no?) un nuevo intendente y bastante antes de ese plazo deberán estar definidas las fichas que tomarán parte en lo que puede ser parecer una apasionante partida de ajedrez. En realidad será bastante más que eso, toda vez que se pondrá en juego la consolidación (¿o no?) del sistema de poder más hegemónico del que tenga memoria la historia política bahiense. Un armado en el que, como nunca antes, con Dámaso Larraburu como jefe máximo y Cristian Breitenstein como mascarón de proa, en escala local convergen actores políticos y empresariales diversos (empresas del Polo Petroquímico y subsidiarias, Corporación, Unión Industrial y Bolsa de Comercio, entre otros), con aportes judiciales y hasta mediáticos, toda vez que el capital de imagen acumulado por la actual gestión es consecuencia directa de una cuantiosa inversión en publicidad canalizada a través de la omnipresente Rex. Para dejar en claro que semejante calificativo no es para nada exagerado alcanza con poner la mira en un sólo detalle.

Ya durante la campaña de 2007, es decir bastante antes de que se hiciera público el reciente acuerdo entre Federico Susbielles y Dámaso Larraburu, Rex había “conseguido” hacer buenas migas con la delegación local de PAMI y hay quienes aseguran que fueron sus operadores quienes dieron los primeros pasos para “convencer” al ex basquetbolista para que pasara de “pedir el procesamiento del intendente y de su jefe directo” (ver el link: http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/nc/5/10/2007/7a5023.html)  a formar parte del mismo equipo. Para ello, claro, hizo antes falta que el “sistema” le insinuara a los potenciales conversos, las “ventajas de pertenecer” al club: esto es algunos comentarios y tratamientos contemplativos de parte de los periodistas “estrella” del servicio y otros “mimos” por el estilo, en este caso, destinados a alguien que, como Susbielles, como se suele decir en la jerga política, para muchos hace tiempo que “huele a flores”.
Todo esto, sumado a aquel viejo adagio de la indignidad universal que indica que cuando no se puede vencer a un enemigo lo más aconsejable es unirse a él, terminó por “hacerlos caer en una tentación”, que como grupo político tal vez pueda haberlo dejado sin alma para siempre. Por que lo que está claro es que, poco o mucho, Susbielles dejó de ser por él mismo y se transformó en un apéndice larraburista: uno más de tantos que ató su futuro a la voluntad del mandamás político y judicial de la ciudad.
Lo de “judicial” viene a cuento de conceptos del propio juez José Luis Ares en una bastante reciente carta de su autoría, la cual a diferencia de otras de su parte, prácticamente no tuvo difusión alguna en los principales medios bahienses ¿Será por la forma en la que nombra con nombre y apellido a Dámaso Larraburu y su “nefasta influencia” (sic) en el sistema judicial bahiense y eso es muy grave como para entablar la discusión pública que haría falta al respecto?
Pero volviendo a Susbielles, de aquí en adelante, tanto si consigue algo, como si no consigue nada, lo que esta claro es que  siempre ese “algo” o esa “nada” siempre será resultado de su sumisión a Larraburu. Si inventó algo nuevo e innovador en la historia de las reglas que rigen al juego de la política desde Maquiavelo hasta nuestros días o si cometió un error garrafal, es algo que comenzará a dilucidarse dentro de poco. Mientras tanto, los supuestos nueve puntos del “Acuerdo Programático consensuado entre ambos sectores” parecen estar muy lejos de salvar las apariencias pretendidas por sus suscriptores. Esto es limpiar la conciencia de Susbielles ante una voltereta que no resiste el archivo y, al mismo tiempo, barnizar al “larraburismo” de una tonalidad que logre posicionarlo como el único representante del kirchnerismo de cara a octubre, sin tener que lidiar con otras listas que puedan sino reemplazarlo, sí quitarle una peligrosa cantidad de votos. De hecho, para varios actores políticos bahienses, el acuerdo difundido es “una payasada”. “¿O hace falta firmar un papel para saber que hay que defender los derechos humanos?”, se preguntó al respecto “un peronista de toda la vida”, integrante del Consejo Partidario, para más datos. “Más aún, de todos los puntos el único que le interesa a Susbielles es el que habla de que le otorguen una posibilidad participación en el armado de las listas electorales”, aseguró.
¿Aislado o favorecido?
En este punto del análisis surge con claridad el nombre del diputado provincial Marcelo Feliú. Pocas horas después de la noticia del matrimonio por conveniencia, desde el sector más funcional al municipio del sistema mediático local, se pretendió colgar al legislador el cartel de “gran perdedor” con el acuerdo “Larraburu-Susbielles”. Pero tal apreciación cayó por el propio peso de su posible error: no pocos observadores advirtieron enseguida que quizás le habían hecho el enorme favor de dejarlo muy solo “enfrente”.
Tal vez como único depositario con cierto fuste—a partir de su directa vinculación con el poderoso Ministro del Interior, Florencio Randazzo y la sólida relación construida con el gobierno de Scioli en base a su actuación en la Cámara de Diputados—de  las esperanzas de alternativa de quienes entienden que poco y nada puede haber realmente en común entre los postulados del “modelo nacional y popular” y lo que se dice y se hace en el municipio bahiense desde que está en manos del tándem Larraburu-Breitenstein.
Es que la innegable simpatía mutua con Vicente Massot, el diario La Nueva Provincia y todo lo que representa; coqueteos varios, primero con los intereses agropecuarios durante el conflicto por la “resolución 125” y luego con las huestes de Francisco de Nárvaez, el silencio y las ambigüedades ante las emblemáticas batallas por los causas de Derechos Humanos, la Ley de Medios y el matrimonio igualitario o las reiteradas toma de partido por todo lo que sea “mano dura” en materia de seguridad, sumado a la negativa de “poner la cara” como candidato testimonial en 2009, ya les granjearon al intendente y a su jefe no pocas desconfianzas en lo más alto del kirchnerismo, desde donde, aún en un contexto mucho más desfavorable del que por ahora se prevé para octubre, no se vaciló en marcarles la cancha con la habilitación de otra lista con sello oficialista en las últimas elecciones legislativas.
El emisario de ese correctivo, en aquella ocasión, vale recordarlo fue Marcelo Feliú, a quien se le encomendó la misión de “armar una lista con gente que, a diferencia del intendente, no tuviera vergüenza de decir “Kirchner” en cuánto micrófono le acercaran”. Y si eso sucedió cuando los vientos del humor social soplaban decididamente en contra y había muchísima gente que no quería saber nada con la letra K y sus implicancias, ¿por qué no pensar que bien podría volver a suceder, mucho más con los aires viniendo claramente desde la popa, como parecen venir?
Pero claro, la elección que viene no será legislativa sino para cargos ejecutivos y la pregunta es si Feliú se animará a intentar algo parecido, en la obligación de ser él y no algún delfín quien ponga la cara. Desde algunos sectores larraburistas dudan que esto suceda, pero no se sabe si esa duda surge en base a argumentos sólidos o responde a una simple expresión de deseos. “Feliú en frente, sin meterse abiertamente en cuestiones locales, ya es un problema. En campaña hablando de todo sería un gran dolor de cabeza para sumar a todas las hipótesis de crisis y conflicto que ya tenemos estando en gestión y a las que se nos puedan presentar de cara a octubre”, es lo que se admite en el oficialismo local.
Desde lo más alto del larraburismo, se dice que las ambiciones personales de Feliú, hoy por hoy, pasan por La Plata y Buenos Aires y no por Bahía,  y en esa teoría, ante la imposibilidad de cualquier arreglo, descansan los anhelos de no tenerlo metido en la cancha.
Está claro que si de Larraburu y su gente dependiera, se borraría a Feliú de la faz de la Tierra, pero como no está a su alcance hacerlo, prefieren tenerlo lejos y ocupado de cuestiones “ajenas a la ciudad”.

Por la vereda de enfrente
Para sumar momentáneos desconciertos y, ante el absoluto silencio del legislador al respecto (se sabe que muchos periodistas locales pretendieron indagarlo públicamente tras la noticia de los cambios en el elenco municipal y esquivó la entrevista con excusas inverosímiles) y si se quiere, sumando algunos gramos más que pueden inclinar la balanza hacia el lado de los que indican que “esta vez Feliú no se animará”, alguien muy del riñón del legislador, funcionario de una repartición pública para más datos (en este caso, la mención de esta voz no es por que haya mediado un pedido de reserva de su parte, sino porque algunos supersticiosos consideran que la sola mención de su apellido puede aportar mal agüero), consideró que “es muy cómodo pedirle a Marcelo que haga la tarea que no han hecho ni hacen quienes deberían ser la verdadera oposición y hace tiempo que están pintados”.
Traducido: cualquier división de los votos “K”, sea por la causa que fuere (incluida la posibilidad de un intento de revancha personal de Rodolfo Lopes, que según algunas encuestas que circulan, si se planteara en concreto, solo desde el arranque estaría en condiciones de quitarle entre el 10 y 12 por ciento de votos al oficialismo), favorecería directamente a las aspiraciones de postulantes de otros partidos.
Tal cual sucedió en 2009 cuando, con muy poco, una colectora kirchnerista armada de la noche a la mañana y a las apuradas dejó al intendente a pocas décimas de una derrota con el vecinalismo de Raúl Woscoff.
Por eso, para completar este informe de situación, corresponde efectuar un somero repaso sobre el estado de cosas en las otras fuerzas políticas bahienses de cara a octubre.
Por una simple cuestión de orden ideológico—y no de posibilidades de victoria—el mismo comienza por la representación local del sector que responde a Martín Sabbatella, quien, con la venia de la Casa Rosada, se encamina para liderar una lista bonaerense que tributará votos a Cristina Kirchner (en caso que sea efectivamente candidata a la reelección) pero a su vez competirá con Daniel Scioli.
En ese terreno aparecen el actual titular de la filial local y titular de la agrupación local de Nuevo Encuentro, Carlos Ferrari, el ex candidato a concejal Jorge Berrondo y algunos hasta sitúan como alternativa por esa vía al actual concejal Alejandro Curino, algunos de cuyos allegados han participado de reuniones partidarias del sector.
El propio científico—aunque no públicamente—dejó en claro que es “imposible que él haga lo mismo que Susbielles”. En los sectores de izquierda local, tampoco falta quien sueñe con una candidatura a intendente del ex fiscal federal Hugo Omar Cañón, actual integrante de la “mesa chica” del “sabbatellismo”.
Pero esto, tiene en la práctica, pocas posibilidades de concretarse, ya que todo parece indicar que para Cañón, por parte del ex intendente de Morón e incluso del influyente Horacio Verbitsky, puede haber reservada una candidatura de mayor relevancia, por caso, a diputado nacional.

El PRO: una entelequia

Nadie a ciencia cierta sabe si aquello que en junio de 2009 se llamó Unión PRO a partir de la alianza entre Francisco de Nárvaez y Mauricio Macri, seguirá existiendo de cara a octubre de este año.
Lo concreto es que los tres concejales obtenidos por la fuerza funcionaron hasta aquí como un apéndice absoluto del oficialismo local (salvo algunos tibios gestos de independencia de la concejal Constanza Rivas Godio, quien, por las dudas, cartel céntrico y volantes en los parabrisas mediante,  ya se postuló como candidata a intendente por el “machismo”).
Por otro lado, su compañero de bloque, Julián Lemos, tampoco descartó hacer lo propio.
Lo real es que el “jefe” del sector parece ser cada vez más Luis Vidili, amigo personal de Vicente Massot y socio de Dámaso Larraburu en una vinculación que, entre otras cosas, a ambos les valió ser mencionados como actores de la denominada “Guerra de la Salud” disputada entre sectores vinculados a ese negocio, la cual alguna vez se evaluó como hipótesis a la hora de esclarecer el asesinato del doctor Felipe Glasman.
Como principal oposición a ese control, a partir de una amistad personal con Francisco de Nárvaez y según se desprende de unos afiches pegados en el centro de la ciudad hace unos días, aparece la abogada Nidia Moirano, adscripta a sectores vinculados a la actividad judicial para nada vinculados al “larraburismo” y todo lo que significa dentro del entramado de los tribunales bahienses.
Sobrevolando este panorama, con resto y experiencia –llegó a ser diputado nacional—también se menciona a Juan Carlos Bonacorsi como posible arquitecto de un armado, opción al “peronismo no kirchnerista” o incluso con algunas terminales que podrían llegar hasta el intendente de Tigre, Sergio Massa.
Eso que alguna vez fue el radicalismo bahiense

Sabido es, lo que alguna vez fue el radicalismo, gobernante durante 20 años en la ciudad, aparece atomizado en diversas vertientes, de las cuales sólo dos tienen ya las cosas definidas. Lo que pasó a denominarse “Coalición Cívica” y responde a Elisa Carrió a nivel nacional, lleva al contador Andrés de Leo como candidato a intendente, aunque, claro está, esta postulación bien podría ser moneda de cambio en caso de que se tejan acuerdos nacionales y provinciales.
En tanto Raúl Woscoff (alguna vez presidente del Concejo Deliberante e intendente interino durante la gestión de Jaime Linares y ex funcionario de la administración de Fernando de la Rúa) es desde hace mucho candidato por su agrupación vecinal “Integración Ciudadana”, al frente de la cual, hace menos de dos años discutió palmo a palmo la victoria local en las últimas legislativas. Hay quienes dicen que en elecciones de cargos ejecutivos, no ir colgado de ningún candidato a presidente resulta altamente perjudicial para cualquier aspirante.
Sin embargo, lejos de amedrentarse, desde esta curiosa agrupación (nutrida de ex radicales, socialistas, independientes y hasta comunistas) recuerdan que lo mismo se dijo en 2007 cuando sorprendieron colocando un edil en el concejo y en 2009 cuando estuvieron apenas a medio punto porcentual de adjudicarse una victoria que hubiera dejado aún más averiada a la gestión “Breitenstein”.
Por otro lado, la reciente formación de un interbloque con la concejal Elisa Quartucci—esposa de Facundo Arnaudo, a quien se ha visto visitar el local partidario de O’Higgins y Saavedra—invita a suponer que pueda llegarse a alguna forma de acuerdo con el “linarismo” o al menos con cierto sector, algo que para nada, a partir de una mutua animadversión, es posible imaginar con los sectores más afines al hoy diputado Juan Pedro Tunessi.
Es que Jaime Linares—el hombre que más votos sacó en la ciudad en las últimas elecciones (45 por ciento) y sin embargo, con semejante caudal no logró hacer ingresar a ningún concejal de su boleta—lejos de alentar especulaciones sobre un posible intento de regreso a la intendencia, no ha dado ni da el menor indicio de tener ganas de hacerlo, sustentado en  “razones personales”.
“Esa es otra diferencia respecto cómo entienden los radicales y peronistas el juego del poder: si hubiera a nivel bahiense un candidato del PJ con la imagen de Jaime, debería ir de candidato obligado por la causa y sin chistar”, comparó un “justicialista de toda la vida” consultado al respecto.
Lo curioso es que tampoco se la ve demasiado entusiasmada a Virginia Linares (en base a algunas encuestas tempraneras, Jaime deslizó ante algunos allegados que su hermana podría llegar a ser una opción interesante para intentar recuperar el municipio) y el intento de ungir a un soldado de muchas batallas, tal el caso de Carlos Ocaña, no parece haber obtenido la entidad necesaria cuando se lo lanzó, algo que no pareció ser más que un globo de ensayo.
Lo concreto es que, sean cuales fueren los posicionamientos que puedan darse a nivel nacional, lo que está claro es que si en Bahía Blanca alguien—así sea desde un vecinalismo—consigue “en soledad” colgarse del pecho el cartelito de ser el “único candidato” que representa a “eso que alguna vez fue el radicalismo”, por sí solo, contará con posibilidades serias de enfrentar al oficialismo, en especial si este tiene que verse otra vez obligado a dividir votos peronistas con otra lista.
Si por el contrario, no se consigue una fórmula en tal sentido (y al respecto claro está que Tunessi, por lejos, prefiere a ver a su socio de los últimos tiempos Breitenstein y no a su archienemigo de tantos años Woscoff como intendente) y el último domingo de octubre llega a haber, por lo menos, dos listas “kirchneristas” que se dispararon munición gruesa durante una larga campaña, además de, por lo menos, otras dos de extracción más o menos radical (si así cabe considerar a la de Woscoff), más una del PRO-Peronismo Federal (o tal vez dos si no llega a producirse alguna forma de acuerdo entre Duhalde-De Nárvaez-Macri), para empezar a contar, es muy probable que el próximo inquilino de Alsina 65 pueda resultar electo con un porcentaje de votos que ronde el 25 por ciento de los votos o incluso menos, algo inédito en la historia política local.

 


Enviado a Solo Local por Sr. Santiago Ismael Rosso, email sanrosso@yahoo.com.ar

 

 

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