Voto Electrónico. Mitos y Realidades de esta Equívoca Expresión

(Notas de Usuarios) – Hay 32.400 mesas electorales en la Provincia de Buenos Aires y más de 82.000 en todo el país. Ya sea votando con urnas o con computadoras, para sumar semejante cantidad de votos se necesita un sistema que permita enviar los resultados de cada mesa a la autoridad que debe sumarlos y luego introducirlos en computadoras que tengan un software que haga esa suma. Esto es lo que ocurre hoy: aunque no haya “voto electrónico”, hay suma electrónica de todas las mesas. La Ley Nacional Electoral 19.945 dice, en su artículo 62 inciso 5: “Corresponde al Juez Electoral realizar los escrutinios”. Pero el Juez no tiene con qué hacer la suma de votos de todas las mesas; entonces el Ejecutivo le usurpa esa facultad contratando a la empresa INDRA para que reciba los telegramas con los resultados que envía cada mesa, los transcriba a una red de computadoras y los sume con un software que sólo INDRA conoce.

¿Qué es eso que el vulgo denomina «voto electrónico»?

Son máquinas de distintas marcas y modelos; no son todas iguales como da a entender esa equívoca expresión “voto electrónico”. Son computadoras especiales que sólo sirven para votar, no pueden usarse para otra cosa. Ninguna resuelve el problema más importante, que es la suma de mesas. Cuestan alrededor de 3000 dólares cada una, a lo que hay que sumar costos de almacenamiento mientras no se usan y costos de transporte y mantenimiento cuando se usan. Es un gran capital casi siempre ocioso, entonces sus propietarios están permanentemente haciendo lobby ante diversos gobiernos tratando de alquilarles sus máquinas.

Sistema C.E.C.E.

Esta sigla significa “Ciclo Electoral Completo Electrónico”. Es decir: sirve no sólo para votar sino también para hacer lo mismo que hace INDRA (sumar los resultados de todas las mesas) pero gratuita y directamente, obviando el engorroso y dudoso envío y tipeo de telegramas, pues el Juez recibe los resultados de las mesas por E-mail y los suma con sólo hacer un clic. Y con otro clic convierte votos en bancas.

El CECE es gratuito porque al software lo dona su autor y el hardware son las computadoras comunes que ya están en las escuelas donde se vota y en los Juzgados. Su instalación y uso es tan sencillo que basta con los conocimientos de informática que hoy tiene cualquier alumno de nivel secundario.

Al estar permanentemente instalado en las escuelas, el CECE sería una excelente herramienta para impartir educación democrática a alumnos y vecinos. Los alumnos egresarían del secundario capacitados para actuar como presidentes de mesa o fiscales.

El CECE puede usarse también para elegir autoridades de cualquier institución, o para consultas populares. Estas elecciones sencillas pueden prepararse en un día y realizarse al día siguiente, como ocurrió en Cabildo cuando su pueblo eligió las 4 obras preferidas entre 12 posibles usando el CECE.

Pero para elegir autoridades constitucionales hay que ajustarse al Código Electoral. El actual Código ha sido concebido sólo para urnas, pergeñado de apuro por el último gobierno de facto pero mantenido sin cambios por sedicentes demócratas que maldicen la dictadura pero usufructuan este producto digno del siglo 19 que les dejó. Para instaurar el CECE se necesita una ley completamente nueva.

Un proyecto de tal ley puede verse en el Capítulo 12 del libro “Ciclo Electoral Completo Electrónico controlado por el Poder Judicial”. Haciendo clic en Ciclo Electoral puede verse dicho libro y también puede bajarse el software para votar y para sumar los votos de todas las mesas. Ese libro también está en la Biblioteca Rivadavia y en todas las bibliotecas populares de Bahía Blanca.

 

Ideas erróneas, mitos y personajes típicos

Quien hable de “voto electrónico” sin decir con qué sistema, como si existiera un único sistema o como si fueran todos iguales, evidencia que no conoce el tema. Peor aún si habla sólo del voto y omite lo que ocurre antes y después del voto, que es lo más importante.

Es bastante frecuente leer o escuchar falacias como las siguientes:

– “En (algún país con fama de muy serio) se abandonó el voto electrónico porque no es seguro

– “Si un muchacho travieso pudo entrar en los archivos secretos de la CIA, qué se puede esperar del voto electrónico

– “Bush fue presidente porque hizo fraude electrónico en Florida”.

Esas falacias aún siguen circulando por Internet y medios de comunicación de bajo nivel y generan la errónea idea de que todo sistema de “voto electrónico” es inseguro. Basados en ese prejuicio, muchos rechazan al CECE antes de conocerlo, pese a que es totalmente seguro según explico en el Capítulo 7 del libro antes citado.

Otros personajes que se oponen a cualquier voto electrónico son los autotitulados “expertos en seguridad”. Algunos se rigen por normas válidas para cajeros automáticos y sistemas similares, pero absurdas si se las aplica al voto electrónico. Una de esas “normas sagradas” dice que se deben imprimir los resultados de cada evento porque el registro impreso es lo único seguro. Si el evento es el voto, según esta norma la máquina debe imprimir la boleta y ponerla en una urna. Esto encarece notoriamente el costo de las máquinas para votar y para nada sirve porque luego esa urna es llevada a la mesa de recuento y al Juez Electoral, y en cualquier lugar del camino pueden desaparecer boletas.

Otra “norma sagrada” es la que dice: “El usuario jamás debe tener acceso a las unidades por donde pueda introducirse software (disqueteras, disco rígido, puertos USB, wi-fi)”. Esto es una falacia, porque siempre hay alguien que tiene acceso: el dueño del sistema, o el empleado que lo mantiene, o el que le carga los datos. En las mesas piloto de “voto electrónico” que se arman en cada elección, son empleados de la empresa fabricante los que redactan y cargan las listas de candidatos y además están presentes durante la votación, como si fueran Presidentes de Mesa.

Otros personajes a tener en cuenta son los Directores Electorales del Poder Ejecutivo Nacional y de cada provincia, que en cada elección montan el aparato electoral. Asesoran a su respectivo Poder Ejecutivo, saben mucho sobre voto con urnas y las leyes en que se basa y a eso se aferran, oponiéndose al CECE pues temen perder su trabajo si el control de las elecciones pasara al Poder Judicial como legal y lógicamente corresponde.

Por último están los políticos, que reaccionan en dos formas distintas ante el CECE:

– Unos se oponen a institucionalizarlo porque dominan el armado de listas sábana a la cuales deben su poder y temen que con el CECE este vicio electoral sea eliminado.

Otros intentan inicialmente patrocinar al CECE, pero luego perciben que tendrán que dedicar mucho tiempo y esfuerzo para estudiar a fondo toda la legislación electoral y proponer cómo reformarla y que deberán enfrentar muchas resistencias incluso dentro de su propio partido; entonces desisten de tal patrocinio.

En ambos casos, esos políticos suelen escudarse tras la opinión de algún “experto” a quien presentan como el poseedor de la verdad pero que, en realidad, suele ser un cliente o empleado, por lo cual su asesoramiento simula objetividad pero responde a lo que su jefe le ordena: “Dame argumentos para vetarlo”.

La boleta única soluciona algo y no lo más importante

La boleta única es mejor que las tradicionales “sábanas”, pero no evita del todo el voto cadena ni otras triquiñuelas, ni facilita mucho el escrutinio de mesa, ni evita los grandes gastos de impresión y distribución de boletas y urnas (aunque los reduce mucho). Puede impedir el “voto arrastre” (sábana horizontal), como ocurre en Santa Fe. En cambio en Córdoba ha sido diseñada especialmente para facilitarlo. Pero su mayor defecto es que no resuelve el problema más grave, como es el envío de los resultados de cada mesa al Juez y la suma de todas las mesas. Para más información, ver en el Capítulo 8 del citado libro la Tabla Comparativa entre boleta única y CECE.

 

Abundan los proyectos de «voto electrónico» facilistas y esnobistas

Varias provincias han instaurado el “voto electrónico” mediante leyes que, palabras más o menos, dicen todas lo mismo: autorízase al Poder Ejecutivo a utilizar el “voto electrónico” siempre que cumpla tales o cuales condiciones (que no pueda ser hackeado, que sea fácil de usar, que no se vulnere el secreto del voto y dos o tres más). No dicen con qué sistema y autorizan al Poder Ejecutivo a contratar a la empresa proveedora de máquinas que le venga en gana.

Internet está plagada de sitios de autor desconocido donde se mencionan las citadas condiciones que debe cumplir el “voto electrónico” y de allí parecieran provenir los fundamentos de esos proyectos. En el Congreso de la Nación hay 17 proyectos de ese tipo. Aunque tales proyectos nunca se debatan en las cámaras ni en la prensa, sirven a sus autores para dar la falsa imagen de que dominan las tecnologías de avanzada.

Pero lo cierto es que son un peligro para la democracia, porque los poderes ejecutivos, al quedar legalmente facultados para instaurar cualquier sistema que les venga en gana con sólo alegar que cumple las consabidas condiciones, terminan contratando a empresas que alquilan máquinas para votar. Nada más que para votar, el resto del ciclo electoral sigue tan obsoleto como en el Siglo 19. Y siempre queda la duda sobre la posibilidad de que la empresa favorecida con el contrato retribuya atenciones usando un software que regale votos a quien la contrató y los quite a los rivales.

 

Final abierto

En aras de la brevedad aquí termino, pero queda mucho por explicar, por ejemplo: por qué digo que el CECE es seguro; cómo acabar con los vicios electorales (sábanas verticales y horizontales, candidatos testimoniales, listas colectoras, listas espejo, 41 diputados ilegales, etc); por qué nadie habla sobre la usurpación de facultades Judiciales por parte del Ejecutivo, o qué dijo la Cámara Nacional Electoral sobre las facultades que le competen pero el Poder Ejecutivo se las usurpa. Estos temas están desarrollados en el citado libro.

Quedo a disposición de los lectores (si me escriben a obologna@bblanca.com.ar) para aclarar dudas o proveerles documentos.

Si alguien quiere manifestar sus discrepancias serán bienvenidas, son la esencia de la democracia, podría armarse un debate enriquecedor para todos.


Nota de Solo Local: Esta nota del licenciado Orlando Enrique Bolognani Bukovatz es un extracto del libro «Ciclo Electoral Completo Electrónico controlado por el Poder Judicial», cuyo texto completo puede verse en este enlace, del cual puede bajarse también el software para votar y escrutar.

 

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