Recently Approved
Alcanza con teclear en cualquier buscador de internet los apellidos a Susbielles + Larraburu para descubrir que la digestión de esta yunta en nombre de supuestas “coincidencias programáticas” no resiste el menor análisis y demanda para sostenerse pendiendo de un pelo de una cuota inmensa de caradurez de todas sus partes para no perderse, como merecería, en la cloaca de aquellas prácticas execrables no ya de la actividad política sino de la vida misma.
También del aporte de un gran sector del seudo periodismo que abreva más en la libertad de extorsión que en la de expresión, periodismo complaciente y funcional al sistema del que se subsidia, el cual, así como, llegado el caso, estuvo muy predispuesto a difundir en forma delictual escuchas ilegales de la vida privada de muchas personas para contribuir generar el clima social previo a mi destitución, ahora mira para otro lado (e invita a oyentes lectores y televidentes a hacer lo mismo) con tal de no verse forzado a realizar un mínimo ejercicio de archivo, como correspondería mínimamente, si realmente fuera probo en su profesión, lo que lo muestra como un mediocre que solo trabaja porque esta en un medio del cual es fiel empleado nada mas, si es que el objetivo de quienes cumplen ese oficio es realmente “informar” y no tergiversar, confundir, ocultar, engañar o prestar servicio de meros voceros del poder de turno que los disciplina usando una inmensa pauta de dineros públicos como si fuera una fusta.
Porque abracé la vocación política desde mi juventud, tengo claro que se trata de una actividad en la que se puede ganar y perder cualquier cosa, menos las convicciones. Ese es el límite.
Y si, llegado el caso, se cambia una convicción—no puedo evitar el recuerdo de Groucho Marx diciendo “éstas son mis convicciones. Si no le gustan, tengo otras”—hay que ser muy honesto, claro y contundente en explicar los motivos de ese cambio y exponerlos por delante y por atrás a la ciudadanía para que ella emita su veredicto.
No quiero facturar a muchas personas que, de buena fe, en 2007 se acercaron para pedirme el voto para Susbielles. Ellos saben lo que les dije en ese momento y porqué se los dije. Hubiera querido no tener razón.
Por un lado, todo parece indicar que así como en un momento había que coquetear con De Nárvaez, ahora es el tiempo de “kirchnerizar” al municipio ante la eventualidad de un triunfo arrasador de la actual presidenta no vaya a ser cosa que se pierda la posibilidad de seguir haciendo negocios.
Siento un profundo asco al punto de las nauseas, como creo sentirá gran parte de la población al observar lo que políticamente se observa en la ciudad, ”… LA POLITICA PARA USO PERSONAL DEL USUARIO POLITICO CLASICO Y PARA EL LLENADO DE BOLSILLOS PROPIOS PORQUE EN SUS PROFESIONES SON PERFECTOS FRACAZADOS…”.
¿Les alcanzará con sumar a sus huestes a un muchacho que primero estaba con Elisa Carrió, después con Graciela Ocaña (al lado de ella se lo puede ver cuando pidió un proceso judicial contra Larraburu y el actual intendente. Ver el link http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/05/10/2007/7a5023.prt por si a alguien le queda alguna duda) y ahora parece haber encontrado “coincidencias programáticas” con aquellos a los que quería ver presos?
Por el otro, está claro que se está para cualquier cosa con tal de conseguir “puestitos” que le permitan seguir viviendo de la función pública y morder alguna porción de la torta que no se pudo conseguir por medio de las urnas.
Así de simple y así de tremendo.
Lo lamento por todos aquellos que lo votaron pensando que así se oponían a lo mismo de lo que hoy forman parte y les pido que, aunque les cueste, esta decepción no sea motivo para volver a descreer sino tan solo para afinar la puntería y discernir mejor entre lo que aparenta ser una cosa y en realidad es muy otra. Lo sé por propia experiencia.
Lo de mi ex colaborador Fabián Lliteras, a quien yo personalmente le dí la oportunidad de acceder a su primera concejalía, es más grave y doloroso aún. Me lo habían advertido—como me advirtieron de otras cosas—y no les creí.
Me decían que estaba “para cualquier cosa” y no lo creí. Recuerdo que hasta me defendió el día que se votó mi vergonzosa destitución y votó en contra, razón por la cual estará a salvo de rendir cuentas ante la justicia llegado el caso y se inicien las demandas correspondientes.-
Con el paso del tiempo, se habrá dado cuenta que el queso que a él más le interesaba, lo tenía que buscar en otro lado.
Y cómo a aquel roedor cuya voraz ansiedad lo lleva a acercarse a la trampa sin medir las consecuencias hasta que ya es demasiado tarde, tras haber prestado vergonzosos servicios con tal de cuatro años más de vianda, ahora pasó a ser un fusible en el cargo más susceptible de cualquier gestión municipal.
Y mucho más en una como esta, que hace tiempo que parece haber perdido el rumbo y no acierta en otra cosa que no sea en propiciar negocios particulares y defenderlos como sea, siempre en desmedro del interés de todos.
A no ser que esto último –la defensa de los negocios particulares y mendigar alguna participación en ellos—haya sido precisamente el precio de este rosquete en cuestión.
Sé que en estos casos suele decirse que él tiempo tendrá la última palabra. Puede ser cierto. Tan cierto como que al tiempo hay que ayudarlo abriendo bien los ojos y obrando en consecuencia, para, llegado el caso, tomar la decisión que corresponda y militancia de convicciones y votación mediante, ponernos a salvo de tantos advenedizos y acomodaticios que vacían de contenido a la que debería ser la herramienta que nos ayude a resolver los problemas comunes.
Enviado a Solo Local por Dr. Rodolfo Lopes
