Contienda Equivocada

(Notas de Usuarios) – Pretender enfrentar a los vecinos autoconvocados con los profesionales que construyen es un gran error o, por lo menos, un pensamiento falto de razonabilidad. Hay algunos mitos que corresponde analizar. Si se esgrime que la falta de presión de agua es consecuencia de la construcción de edificios, nótese que, según el último censo, en diez años Bahía Blanca creció un 5 %. Hace diez años otra era la realidad y los problemas de presión de agua no eran tan graves. Habrá que ver entonces si es que las cañerías de distribución son obsoletas, tienen pérdidas u obturaciones en su recorrido. Súmese a ello la situación de las llaves esclusas, que regulan el servicio, que en su mayoría no funcionan. No obstante, también es cierto que otros barrios de la ciudad tienen ese problema, donde actualmente la densidad de edificios de propiedad horizontal es muchísimo menor.
Quizás hubiera sido sólo necesario estudiar las redes de provisión de agua dotando de mayor presión a la zona objeto de discusión, tarea de difícil ejecución si no ha sido posible regular los caudales ante la falta de elementos aptos. El sólo hecho de haberse colocado hace poco tiempo una nueva cañería maestra de agua destinada al sector que nos ocupa es una prueba de tal aseveración.
Por otra parte, técnicamente hablando, teniendo en cuenta que la empresa proveedora de agua en la ciudad sólo permite conexiones de determinada magnitud a la red por cada medidor o edificio en altura, es posible advertir que si el mismo posee una cisterna reglamentaria (como debería exigirse), alimentada con la presión de vereda, no existe posibilidad de disminución de presión en la red por mayor consumo. Si se piensa que las cloacas tienen la virtud de desbordar sólo en el barrio universitario o en algún otro barrio aledaño, debe tenerse en cuenta también que tampoco se invierte en su mantenimiento periódico o en su renovación paulatina.
A ello debe agregarse la gran cantidad de desechos de diversa índole que los usuarios vierten como ser plásticos, algodón, papel difícil de desmenuzar, aceites y grasas, etc. Ello unido a la gran proliferación de roedores que seguramente viven en ese lugar, que forman un verdadero caldo de cultivo para que se produzcan incrustaciones y obstrucciones de toda índole. Los estudios sobre desagües cloacales tienen en cuenta el factor de simultaneidad en el uso de artefactos sanitarios de un edificio. Cuesta pensar que todos los artefactos de un edifico funcionen a la vez, como para provocar el colapso del sistema.
No obstante, si Bahía Blanca creció, también debió crecer la inversión en reemplazos y tareas de mantenimiento porque más usuarios significan más dinero de recaudación por servicios prestados. En igual orden de ideas puede pensarse que el sistema eléctrico o el tendido de gas son los que se ponen en juego.
La falta de tensión o de presión es igual a la falta de previsión del Estado o de las empresas proveedoras de servicios en ese aspecto. Si alguien sostiene no obstante que los edificios constituyen verdaderos “palomares” que afectan la estética del barrio, he de comentar que no conozco todavía norma alguna que permita evitar el mal gusto, que también puede ser patrimonio de algún vecino que no precisamente construye edificios de altura.
Ahora bien, si es la vista de alguna ventana la que perturba la intimidad del vecino contribuyente, situación que entiendo, el Código Civil es sumamente claro en sus arts. 2658 y ss. poniendo de manifiesto las condiciones en que tales vistas pueden existir. Por lo tanto no existe norma municipal alguna que pueda impedir tal circunstancia, ni aún sosteniendo que los edificios deban desarrollarse sólo en dos plantas. Seguramente – de igual modo – proyectarán un indeseable cono de sombras cuando el sol decida calentar donde no puede. A su turno alguien podrá pensar que los edificios carecen de cocheras, situación que no acontece con los edificios proyectados en los últimos años porque han sido realizados con esa previsión, máxime que el Código respectivo así lo impone.
Si se considera que los constructores de edificios han tomado al Barrio Universitario (o al barrio Napostá) como campo de agresiones urbanas, debe considerarse que tal actividad no es caprichosa sino que es consecuencia de la voluntad del inversor que elige dónde se encuentra el sitio más apto para que su dinero o inversión tenga mejor índice de recuperación.
Por ende, son las autoridades municipales las que deben marcar la tendencia, de manera tal que surjan nuevas zonas de oportunidades verdaderamente redituables desde el punto de vista inmobiliario, donde exista suficiente infraestructura para tornar viable cualquier proyecto y cuando digo infraestructura también digo un buen sistema de transporte de pasajeros. De otra manera sería sólo mudar un perjuicio de un barrio hacia otro.
En este verdadero enjambre de situaciones, aparecen los constructores de edificios como responsables del desarrollo caótico de la ciudad, cuando la situación así observada permite sostener que hay un gran responsable que es el Estado Municipal, Provincial o Nacional quien debió ejercer su poder administrativo, el poder de policía que le corresponde, marcar tendencias y exigir el cumplimiento de normas que – por obra de una privatización irrazonable – hoy no cumplen las empresas prestadoras de servicios.
Al respecto es evidente la falta de inversión que empresas como ABSA (o la anterior Azurix) han dejado de hacer, circunstancia que ahora pagan los desarrolladores inmobiliarios. Nadie en su sano juicio propondría la restricción en la venta de equipos de aire acondicionado sólo porque aparecen como responsables de los cortes de energía y ello es así porque se acepta que los mismos crean mejores condiciones de confort.
Me permito también censurar la mala costumbre que tomó la comuna local tolerando – por años – la construcción clandestina de edificaciones de toda clase a lo largo de la ciudad, situación que trajo aparejada toda clase de irregularidades en la conexión de servicios, apertura de vistas antirreglamentarias, áreas cubiertas superiores a lo establecido por las normas e invasiones sobre retiros y espacios públicos, entre otras situaciones clandestinas, más allá de las técnicas constructivas utilizadas, muy distantes de lo que aconsejan las reglas del arte, todo ello realizado sin la supervisión de un profesional responsable.
Se entiende entonces que hay una inexplicable voluntad de enfrentar a quiénes se permiten haber tomado la industria de la construcción como medio legítimo de ganarse la vida, con los vecinos que desean vivir bajo mínimas y lógicas condiciones de confort, frente a un Estado que permanece vacilante y obstinado, que promete soluciones sin concretarlas (v.gr. acueducto desde el Río Colorado o nuevo acueducto desde Paso de las Piedras), que niega realidades (obsolescencia de las cañerías de distribución de agua), que sólo piensa en repavimentar toda la ciudad, sin tener en cuenta que gran parte de la infraestructura instalada debajo está colapsada y que lejos de fomentar con hechos una nueva zona de oportunidades inmobiliarias, permite el enfrentamiento estéril entre vecinos, apelando a toda suerte de normas y decisiones disparatadas que sólo han puesto en jaque al desarrollo edilicio de la ciudad.
Hubiera sido más útil que tuvieran ese mismo coraje para exigir a las empresas prestatarias de servicios que hicieran las cosas como corresponde.


Enviado a Solo Local por Rodolfo Juan Dillon – Ingeniero en Construcciones – MP 46108 – CIPBA Noviembre de 2010.

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