Como si fuera poco todo esto, se sentó un lamentable precedente para que hechos similares ocurrieran en otras partes del país. Se fijó un precio muy bajo para la vida de un menor de bajos recursos económicos. Tanto en Bariloche, Corrientes y en Viedma, por mencionar sólo los casos más conocidos, el abuso de poder de quienes deben asegurar la seguridad terminó en los casos de gatillo fácil que pusieron fin a la vida de varios menores de edad. En todos los casos se buscó re construir los hechos y criminalizar a las víctimas. En todos hubo presiones a la justicia de unos pocos, así como a los medios de comunicación social. En algunos casos estos mismos fueron funcionales a la impunidad. En otros casos, la amenaza y el miedo consiguieron el silencio cómplice.
Frente a este panorama queda una esperanza firme: creer que los mismos mecanismos que contemplan las instituciones encargadas de impartir Justicia, se encarguen de ver de manera crítica los errores cometidos, tanto en las investigaciones como en los juicios, y procedan a tomar las medidas que corresponden.
De hecho, el fallo vergonzoso en primera instancia, fruto de una investigación ridícula en muchos aspectos, así como el silencio mediático, ha sido apelado en la Cámara de Casación de La Plata. La pregunta obvia e ingenua a la vez es la siguiente ¿Si tan gruesos son los errores, existe el peligro de una complicidad que perpetúe la impunidad? En la Argentina de hoy todo sigue siendo bastante posible. Ciertamente existe el peligro que un sofisma perverso y supuestamente lógico quiera guiñar el ojo a los intereses de ciertas corporaciones involucradas. Es por ello que es necesario intentar crear ciertos espacios de análisis y reflexión crítica. Nada devolverá a la vida a Giuliano Gallo. Nada quitará el dolor de él, su familia y amigos.
Pero existe la posibilidad de que su muerte no haya sido en vano. Si se reparan los errores cometidos en la investigación y en el proceso judicial, la Justicia se verá fortalecida en su credibilidad. Podremos evitar hacer generalizaciones que nos paralizan. Sabremos diferenciar al fiscal, el juez y el policía eficientes de los que no lo son. Y en la medida que ello ocurra, se les podrá tapar de nuevo la boca a quienes cuestionan la eficacia política en materia de Derechos Humanos de la actualidad. Será, finalmente, la mejor manera de honrar la memoria de quienes dieron su vida por defenderlos. Se le volverá a dar contenido social a las palabras Memoria, Verdad y Justicia.
