Insistente

(Notas de Usuarios) – Días pasados, generé una nota de opinión que este sitio tuviera, como en tantas otras ocasiones, la gentileza de publicar; acto de cortesía que, por otra parte, no debe sorprender a los seguidores de sololocal.info, ya que sus directivos son absolutamente respetuosos de la libertad de expresión pero que, sin embargo, merece ser destacado en este tiempo post-moderno. Agradezco entonces, sinceramente, la deferencia de hacer públicos pensamientos que no condicen con los propios, o que directamente los contrarían. No sé, a ciencia cierta, si esa es verdaderamente la idea de libertad de expresión; tal vez el concepto merezca un análisis más detallado. Lo cierto es que dichas líneas generaron una polémica impensada al momento de redactarlas; voces en contra, la mayoría, y algunas más moderadas que pertenecen a quienes realmente comprendieron lo que allí quería significar.

 

Ante tal situación, dados algunos hechos concretos de la realidad -insisto, innegable- y lo persistente del problema de la inseguridad, me permito respetuosamente, intentar aclarar algunos conceptos. Por estas horas se conocerán los resultados de la “primera parte” del juicio a Mauro Schechtel, criminal abyecto o enfermo incurable, según se prefiera pero, sin duda alguna, sujeto peligroso por demás; y digo “primera parte” pues ahora vendrá la interminable serie de argumentaciones y apelaciones, las más de ellas sin sentido alguno, ante diversos estratos judiciales.

Asimismo, aun no acallados los hechos derivados del caso Carolina Píparo -recuérdese la muerte de su hijo a los pocos días de vida- estalla en nuestra cara el homicidio absurdo de un adolescente secuestrado por una familia de protervos delincuentes. No se olvide, en este sentido, a tantas otras víctimas cuyas vidas fueran segadas por intratables bestias con apariencia humana, sujetos enfermos ya genética, ya socialmente. Así, me permito insistir, no somos todos iguales, mal que pese a algunos lectores y a los cultores de ciertas corrientes de pensamiento pseudo garantista, particularmente aquellos de la izquierda más extrema.

En este sentido, me permito sugerir la lectura de un trabajo sumamente interesante titulado: “Seguridad – La izquierda contra el pueblo”, del periodista Helvé Algalarrondo, vicejefe de redacción de Le Nouvel Observateur. Allí, este representante de la prensa hace un más que interesante análisis de la cuestión inseguridad que merece, al menos, ser tenido en cuenta. La peligrosidad es un concepto real, no una mera idea abstracta; hay actividades peligrosas -al menos unas más peligrosas que otras- como, por ejemplo, ser minero (a propósito de lo que ocurre en el vecino país), piloto de carrera de Fórmula Uno o… simple y pacífico ciudadano en nuestro país.

Hay gente normal, simple, común y corriente, sometida a los peligros que representan ciertos individuos que, aun con forma humana, no lo son tanto. Por favor, entiéndase bien: admito todas las opiniones en contrario a esta idea, pero no se trate de convencernos que Mauro Schechtel, el agresor de Carolina Píparo, el homicida del adolescente en Buenos Aires luego de secuestrarlo, el o los asesinos de Victoria y Horacio o los criminales que segaron la vida de las mochileras, de Axel Blumberg, de la joven Luciana Moretti, del taxista Pianessi o tantas otras víctimas inocentes -sí, víctimas inocentes- son iguales a nosotros.

Existen los enfermos criminales, existen los portadores de un “estado peligroso” -aunque esta idea sea de reminiscencia lombrosiana- que no pueden ser declarados como tales antes de la comisión de un delito tan absurdo como aberrante; pero sí, sin duda alguna, pueden ser tenidos por verdaderamente peligrosos, por intratables, luego de cometido cierto tipo de acto criminal.

Frente a estos individuos sólo queda, a mi entender, discriminarlos y encerrarlos hasta el fin de su vida biológica; diferente sería si la institución destinada a re-educarlos y re-socializarlos cumpliera real y acabadamente su objetivo.

Ahora bien, ¿cree alguno de los lectores que la cárcel efectivamente re-educa y por ende re-socializa? ¿Estima alguien probable que Schechtel, o cualquiera de los otros bestiales malhechores mencionados en estas líneas, será efectivamente re-educado y re-socializado?

Pues bien, si alguno cree en las bondades del Servicio Penitenciario en cuanto a dar cumplimiento a su cometido, no se hable más: liberemos, y rápidamente, a tanto criminal allí alojado; seguramente serán, a su egreso de la cárcel, hombres de bien y de trabajo.

Si, por el contrario, cree que la cárcel no re-educa ni re-socializa a nadie, corresponde preguntarse para qué encerramos a tantos sujetos. He allí otro motivo para la polémica para sumar a la primera cuestión: ¿qué hacer con la inseguridad en que vivimos hoy?

 


Enviado a Solo Local por Dr. Alejandro A. Bevaqua Médico

Especialista Jerarquizado en Medicina Legal

M.P.: 220167

Los comentarios están cerrados.

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑