El tema es que eso ya sucedió el primer mes que el intendente, le pagó un alquiler elevadísimo (¿Cómo es: 22.600 pesos por un cine y se pensaba recibir nada más que 6 mil por concesionar la terminal a una empresa privada? ¿Se acuerdan?), suena mal ¿no?, ¿qué negocio se iba a perpetrar con la concesión de la terminal?.
Uno le diría al diputado Budassi que siempre suele ser una buena idea, tratar de llevarse bien con la familia de la propia mujer (mucho más en su caso, que ha viajado y viaja tanto…) pero que, en lo posible, hay que tratar de conseguirlo sin por ello, perjudicar al erario público…
Indigna también entonces, que el propio Budassi haya dicho en el mismo diario “La Nueva Provincia” en el que escribía manifiestos neoliberales (de dónde se desprende que lo deben tratar bien), antes de pasarse a la causa nacional y popular a cambio de un sueldo, pero sin haber renegado nunca de los postulados de Karl Popper, que “no tenía noticias sobre el tema del cine”.
Es decir, que no tenía noticias que “la familia de su esposa, hayan cobrado 170 mil pesos por haberse sacado de encima el clavo de semejante local inactivo, al alquilarlo al mismo municipio del que fue secretario legal y técnico y de la mano del cual, arribó a una banca en la legislatura provincial”.
Como indigna también que el concejal Fabián Lliteras, desde su descarado pase al larraburismo, devenido en una especie de “contestador automático” de cuanto tema le consulten (además de corrector y propagador de comunicados de prensa “truchos”, firmados por agrupaciones inexistentes, entre otras indignidades varias de su parte), tras haber defendido lo indefendible hasta más no poder, ante la noticia de la rescisión haya reconocido que “quizás se tardó un poco en comenzar las obras de remodelación”, lo que pone en evidencia que el contrato se firmó sin tener la menor idea respecto que se iba a hacer en el inmueble alquilado.
Respecto a Lliteras, me acuerdo cuando denunció públicamente a Budassi por el supuesto cobro indebido del concepto de antigüedad en su sueldo. Las vueltas de la vida ¿no?: ahora Lliteras, defiende los intereses de la familia de Budassi. “Muy digno” lo suyo…
Lo mismo que lo de muchos periodistas (en realidad, voceros oficiales del municipio), que tratan de relativizar la cuestión y no hacer las preguntas que caen por su propio peso, no vaya a ser que el intendente pueda verse manchado por un asunto que involucra a su secretario de gabinete de mayor confianza y al diputado provincial que él puso en las últimas elecciones.
O indigna que los funcionarios judiciales de la ciudad, en otras ocasiones tan prestos a “actuar de oficio” para señalar con el dedo aunque sea la menor falta de aquellos que no son amigos del “establishment” al que le deben sus cargos y para el cual trabajan con denuedo, esta vez, ni siquiera muevan un dedo ante la certeza (dibujada de rescisión) de que a todos malgastaron $ 170.000, delante de nuestras narices… más exactamente, enfrente de la plaza Rivadavia.
Pero la indignación mayor, sin dudas, viene de la mano de Federico Weyland y su reiteración de indignidades, consecutivas y penosas, sin duda impropias de quien no duda en pasarse 2.500 años de filosofía quien sabe por donde, al autoproclamarse alegremente “filósofo” (se le nota en los ojos que le alegra que lo definan como tal; lo comprobé en un programa de televisión).
“No puedo hablar sobre el tema, porque todo lo que diga puede ser usado en mi contra”, admitió este (todavía e inexplicablemente) funcionario, también al “diario que funciona como gran aliado de esta intendencia.”
En menos de un año, este sujeto se fue de viaje con el intendente a Alemania (sin explicar nada, por que y para que viajaban, sin avisar, sin pedir licencia), apareció como proveedor municipal (siendo funcionario) recibiendo cifras cercanas a los $ 300.000, según dijo, “para poder pagar honorarios de artistas” (en una práctica que, como otras, cuando fui intendente fue desterrada de cuajo) y volvió a no explicar nada (amparado porque tampoco le preguntaron demasiado).
Por si fuese poco, hace poco, fue descubierto que durante dos años se conectó clandestinamente a la red pública de agua potable para su domicilio particular e intentó hacernos creer que la culpa era de cualquiera menos de él, quien nunca consideró que se podría haber hecho una perforación, como por caso hay en el barrio privado en el que habita su amigo del alma, el intendente municipal.
Y ahora, resulta que su área, el Instituto Cultural, aparece como propiciando el alquiler de este cine, para una finalidad difusa (la verdad, algunos, me hacen acordar a Fidel Pintos cuando intentan explicar para que cuernos querían este cine), pero eso sí, pagando puntualmente, durante ocho meses, 22.600 pesos por mes, a la familia de otro de su ex “compañero” de gabinete (¿perdón, pero se imaginan a Budassi y Weyland diciéndose el uno al otro “compañeros”?).
En fin, si durante 24 meses estuvo conectado en forma clandestina a la red de agua y no se le movió un pelo, ni siquiera al escuchar los agresivos avisos publicitarios con que la intendencia nos bombardeó para “despertar conciencia” sobre la necesidad de cuidar el consumo de agua, ¿cuánto se podría haber esperado para que este contrato le rindiera algún fruto a la cultura bahiense, si no era puesto al descubierto, eso sí, tras habernos costado a todos $ 170.000 que no sirvieron para nada?
Me pregunto si además de para aportar a una indignación generalizada, al menos habrán servido para que Budassi haga méritos ante su suegra…
Enviado a Solo Local por Dr. Rodolfo Lopes. D.N.I. 11.089.755
