Las especulaciones comenzaron en todos los pasillos bahienses donde se hable de política: “¿Dámaso le soltó la mano a Cristian?”… “¿le estará marcando la cancha?” Los coqueteos del sector político provincial que lidera Francisco De Narváez con el intendente local son moneda conocida: cada vez que “el Colorado” pisa Bahía suelta un elogio a Breitenstein, que generalmente responde con esas frases vagas que dicen sin decir nada y tienen tantos lugares comunes como “nueva política”, “nueva generación”, “interés de los vecinos”, “preocupación por gestionar”, etc.
Tales coqueteos son sin dudas una molestia para el riñón K, o al menos para los peronistas más ortodoxos, que ven en el empresario argentino-colombiano un entrado a la política por la ventana de atrás, mientras muchos de ellos arrastran más chapa y más años de militancia. También son una señal de alarma: Cristian “mide bien” en Bahía Blanca, y cosechó votos en la última elección que le proporcionaron un buen blindaje a la endeble legitimidad que tenía mientras completaba el mandado de Rodolfo Lopes.
Días atrás también se divulgó en numerosos medios locales y nacionales una reunión mantenida en Salta entre lo que sería un “sub 45” del peronismo, aunque muchos de ellos (como es el caso de Breitenstein) tengan sus raíces políticas en lugares tan lejanos al movimiento como la desaparecida UCD.
Como Larraburu sabe leer –su astucia política no deja lugar a dudas de ello-, a ojos de buen entendedor no puede pasarse por alto la foto que mostraba a “los Chalchaleros”, como fueron definidos en la Casa Rosada los políticos de diversa extracción que aparecieron sonrientes ataviados con ponchos rojos en la gobernación salteña. En la imagen se ve a Cristian junto a los intendentes de La Plata, Pablo Bruera; de Tigre, Sergio Massa; de Olavarría, José Eseverri; del ministro de Espacio Público y Medio Ambiente de la Jefatura Porteña, Diego Santilli, y de Emilio Monzó, ex secretario de Agricultura bonaerense, hoy con De Narváez.
En la política, los mensajes entre líneas también son una forma de marcar la cancha. Quizás este haya sido una manera de de Breitenstein de decirle al “Flaco”: “¿Así que hay otros candidatos en el peronismo?, bueno, vos mirá que hay vida fuera del larraburismo.”
Muchos hijos comienzan su adolescencia diciéndole a papá que no quieren tomar la sopa. La siguen sin volver a dormir a casa, y la terminan cobrando vuelo propio y yéndose del nido. Cristian ¿le estará diciendo a Dámaso que no quiere tomar la sopa?
Enviado a Solo Local por el usuario Marcelo Tedesco.
