(Notas de Usuarios) – La resolución emanada desde el ministerio de Educación Nacional, y convalidada por el Director General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, nos lleva a reflexionar sobre dicha determinación y lograr arribar a una conclusión. Avanzando en el análisis, ante de adoptar medidas de alcance mediático, cuasi demagógico, se debería evaluar la totalidad del contexto educacional. Es por ello, que la decisión de que todos los alumnos del sistema educativo nacional, puedan observar los partidos que dispute la selección nacional en horario escolar, durante el mundial Sudáfrica 2010; y dado que el sentimiento por el fútbol, es la máxima pasión de los argentinos, y su popularidad es indiscutida, a tal punto que alcanza a ambos géneros humanos.
En primera instancia, la federalización de una decisión de esta magnitud, supone que el equipo de trabajo y asesoramiento del Ministro Alberto Sileoni, habrá valorado las diversas realidades de los establecimientos educativos. También, debemos recordar que Mario Oporto, convalido la aplicación de la iniciativa, para la Provincia de Buenos Aires; con todas demandas y carencia que ya las escuelas presentan, ahora se le suma la necesidad de contar con tecnología audiovisual y la adecuación de un ámbito que contenga al totalidad de los alumnos, en el marco de “hincha” con platea preferencial.
Es una realidad innegable, que varias escuelas Bahienses, no poseen casi medios audiovisuales, o el mejor de los casos gracias al trabajo y esfuerzo de las cooperadoras o donaciones empresariales, lograron la concreción de un aula, con un televisor y dvd a tales efectos. Pero esto, se ha transformado en una utopia en la más del 50 % de los establecimientos, en donde las prioridades han sido solucionar las deficiencias de mobiliario, infraestructura y demás elementos que solucionen y mejoren la actividad académica.
Para analizar, los pormenores de apreciar y compartir el mundial en las escuelas, adentrémonos en la realidad del distrito de Bahía Blanca; donde la totalidad de las ramas educativas, desde el nivel inicial hasta superior, de gestión publica y privada superan ampliamos los dos centenares de establecimiento, y por ende será necesario al menos poseer un televisor de 29 “, por fracción de 60 alumnos aproximadamente.
Al mismo tiempo, debemos mencionar que en promedio la matricula de cada escuela por turno es aproximadamente 180 en Primaria Básica, y de 130 en el Secundaria Básica e idéntico valor en Secundaria Superior. Esto conlleva a dos o tres televisores por escuela.
Si en efecto, para atenuar la carencia de dos o más televisores, esto se solucionaría mediante la incorporación de un cañón retroproyector, que tome la señal del TV, y amplíe y mejore las imágenes proporcionadas al auditorio. Pero el detalle, que omitimos es, si pocas escuelas tienen un TV, muchos menos establecimientos poseen en cañón retroproyector; la inevitable solución es afrontar el alquiler del equipamiento, o soportar el hacinamiento de todos los alumnos en un salón de uso múltiples, frente al único televisor.
A modo de reflexión, la determinación de permitir visualizar el mundial Sudáfrica 2010 en las escuelas, no es un acto pedagógico, ni académico o cultural, es solamente un acto social y donde la resolución emanada del Ministerio de Educación Nacional y refrendada por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, solo podrá ser concretada en base a las predisposiciones y posibilidades del equipo directivo, docentes, auxiliares y cooperadores de los establecimientos, para poder cumplir con una nueva tarea que se les adiciona, a los innumerables quehaceres que hoy en día afrontan.
Porque la escuela ha incorporado, nuevas atribuciones emanadas de estamentos gubernamentales y algunos están muy lejanos del acto pedagógico, pero brindan una respuesta a una demanda insatisfecha; y que seguramente será oportuno brindar recursos
monetarios a problemáticas de todos los días del calendario escolar y no a impulsos esporádicos de fomentar un acto pedagógico cada cuatro años, con el supuesto argumento que “un campeonato mundial de futbol, puede ser considerado como un aporte pedagógico”.
