El chef francés Jean Paul Bondoux, (ver aquí), será el encargado del banquete del 7 de abril venidero en el Alvear Palace Hotel, cuando se realice el acto de inauguración, del que participarán intendentes amigos, empresarios aportantes e incluso periodistas bahienses especialmente seleccionados para la ocasión, los que seguramente no le formularán ninguna pregunta incómoda, esas que suelen molestar bastante al intendente.
Habría que saber, como cuestiona la oposición por estas horas, si además de promover negocios ajenos, la Casa de Bahía Blanca en Buenos Aires prestará soporte a las familias que deben trasladarse a la Capital por tratamientos médicos o a los miles de estudiantes universitarios residiendo en suelo porteño, cuyas familias costean con mucho sacrificio las carreras de sus hijos que nuestras universidades no dictan.
Cristian Breitenstein debería sentir un poco de pudor al menos, al promover esta iniciativa ya que no estamos en tiempos de bonanza. Su gobierno, además, muestra falencias evidentes: sin soluciones de fondo para la crisis hídrica, un sistema de transporte público de pasajeros ineficiente, un aeropuerto inconcluso y con proveedores endeudados, una terminal de ómnibus con defectos de construcción, miles de calles de tierra en estado lamentable y una larga lista de promesas incumplidas que, al ritmo que vamos, cualquier observador puede presumir, no cumplirá.
Sin embargo, a esta altura, la noticia no sorprende. No se podía esperar otra cosa del mismo intendente que prefirió viajar a Alemania sólo para ver cómo funciona el proceso eleccionario en el país de sus amores, mientras los pescadores artesanales de Ingeniero White atravesaban una de las peores crisis de la historia. Es el mismo intendente que recorría el país germano y al mismo tiempo, aparecía en los partes de prensa municipal supervisando obras públicas, información ilustrada con fotos evidentemente tomadas el mismo día, pero comunicadas a la prensa en días sucesivos, en un claro intento por ocultar su ausencia de la ciudad, tal como Solo Local denunció el año pasado. Si eso no es manipular la información, se le parece bastante. Tampoco podríamos haber esperado que alquile un sencillo local como hacen otras tantas ciudades, no menos importantes que Bahía Blanca, por cierto. Es que a Cristian Breitenstein le gustan las cosas de buena calidad. No está mal que así sea. El asunto es que parte de sus caprichos, se paga con fondos que aportamos los contribuyentes. Y eso sí es un golpe bajo.
