(Notas de Usuarios) – La pronta adhesión de Barack Obama a la desgracia trasandina destacó la aprobación del sistema imperial al modelo del poder chileno. Ha sido ejemplo permanente de la capacidad del esquema de libre empresa para promover un progreso nacional notorio. Vemos a la TV reflejando las angustias y los grandes pesares populares mientras el presidente electo Piñera se disculpa por hablar de “estado de sitio” (el umbral de las dictaduras) cuando oficialmente se decretó “estado de catástrofe”.
Chile expone hoy el inconmensurable desafío que se le impone a una estructura identificada como de “libertad de mercado” para responder a las demandas del pueblo.
Habrá que recuperar viviendas, caminos , servicios a los que tendrá que contestar un gobierno al que apremia un cambio brutal: la instalación de las nuevas autoridades (y para colmo, de banderas opuestas).
El combate es entre las devastadoras fuerzas naturales y una sociedad cuya organización política aparenta democracia cuando, en realidad, los mayores poderes no están en el Estado (y probablemente tampoco en el país).
Vamos a ver cómo una economía de empresarios libres, trabajadores subordinados y capitales caprichosos impone medidas coherentes y eficaces para acercarle paz a la castigada gente chilena.
Solo Local 