(Notas de Usuarios) – No tengo agua. Por esas cosas del azar, vivo en la zona de Bahía Blanca que no tiene agua y deambulo desde hace ya casi dos meses con un absurdo bidón por el barrio. Eso, luego de recorrer cada canilla de mi casa esperando el milagro. Hace ya un mes que no nos bañamos en nuestra casa, ni usamos el lavarropas. En este tiempo, confieso, pasé dos veces el trapo por el piso. Y hasta lo hice con culpa. El agua que el gato no toma y queda en el plato, se la tiro a la hortensia que en vano, estoy tratando de revivir. Y por las tardes caemos en la casa de algún familiar con el toallón al hombro. Ayer, conciente de la inutilidad de mi acto, llamé a ABSA y una grabación me atendió diciendo algo así como que la empresa “exhortaba” a los vecinos que tenían agua a hacer un uso racional del recurso. Me dio algo de gracia pensar que la escasez de agua era culpa de mi vecina que hasta hace poco baldeaba su vereda. Y que si ahora intentara hacerlo sería sometida al escarnio popular, mientras las empresas siguen baldeando sus máquinas para enfriarlas.
Luego de relatarle mi desgracia a un empleado amable que me atendió, éste me sugirió que busque agua en el Hospital Municipal donde había una cisterna y me quedaba cerca. Pensé decirle un montón de cosas pero me dio pena. Ya le habrán dicho demasiadas. Pensé también que la falta de agua, saca lo peor de mí.
Mientras tanto, deslizaban por debajo de la puerta la factura que indefectiblemente, deberé pagar, de un agua que, está claro, no consumí.
Mis vecinos, resignados, van solucionando su problema con plata. Los que más pueden, ponen cisterna y bomba. Los que menos, sólo la bomba (aunque saben, está prohibido). Si logro financiarlo, solucionaré de algún modo mi propia crisis hídrica. Así, cada uno en silencio, riega su quintita.
El que tenga plata tendrá agua. El que no, una prenda tendrá. Y cuando nos demos cuenta que éste es un juego de todos, quizás ya no quede agua para repartir, ni para subir al tanque de arriba con una bomba desde el tanque de abajo. Ni para cubrir la demanda de los tantos edificios de hasta diez pisos que están construyendo en esta zona y en todas las zonas de la ciudad.
Estamos a tiempo de dejar de mirar con recelo al vecino que derrama una gota o riega el arbolito y unirnos en reclamos firmes y en opciones más solidarias y generosas. Estamos a tiempo antes de que comience a salir sí, en canilla libre, lo peor de todos nosotros.
Enviado a Solo Local por Luciana Pasquaré
