Solo Local asistió al estreno en Bahía Blanca del documental 4 de Julio de los jóvenes realizadores Juan Pablo Young y Pablo Zubizarreta. El film evoca una de las páginas más trágicas de la historia reciente de la Iglesia argentina como fue, aquel día de 1976, el asesinato de tres sacerdotes y dos seminaristas de la Orden de los Palotinos en sus habitaciones de la parroquia de San Patricio del barrio de Belgrano de la Capital Federal. La Masacre de los Palotinos aún se encuentra impune y el único condenado es el periodista que se atrevió a investigar el caso. Eduardo Kimel, actual corresponsal de la agencia alemana DPA en Argentina, es el autor del libro que inspiró al documental y que visitó la ciudad para asistir a su presentación en el marco del ciclo «24 Horas de Cine Nacional» en la Universidad del Sur. Tras la exhibición de la película en el aula magna de Avenida Colón 80, Kimel respondió preguntas de los asistentes y comentó los pormenores de la causa judicial que le inició el juez que tuvo a su cargo la investigación del quíntuple crimen.
Ese proceso, que culminó en nuestro país con una condena por calumnias e injurias para Kimel, llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ordenó al Estado argentino a revisar el fallo y a modificar la actual legislación para que ese delito por el que se condenó al periodista no pueda invocarse cuando se trata de temas de interés público. Esta histórica resolución de la Corte, que tiene sede en San José de Costa Rica, es un potente y crucial aval a la libertad de expresión no sólo de los periodistas sino de los ciudadanos en general de toda América. En setiembre pasado, más de un año después de conocido el fallo de la Corte, el gobierno argentino envió al Congreso un proyecto que implementa los alcances de la resolución, obligatoria para nuestro país desde que en 1994 se le diera rango constitucional al Pacto de San José. El film, premiado por dos Cóndor de Plata en el año 2008, se inició en 2001 y recién pudo culminarse cinco años después. Recoge valiosos y múltiples testimonios de aquel suceso conmocionante que incluye desde los sobrevivientes de la masacre a los familiares de las víctimas, pasando por los vecinos del barrio que alertaron a la policía sobre los movimientos extraños que se veían aquella noche frente a la parroquia. Evoca los orígenes de la comunidad de los palotinos irlandeses en San Antonio de Areco, su traslado al barrio de Belgrano R. y su prédica tercermundista a favor de los pobres y más necesitados dentro de uno de las zonas más recoletas de Buenos Aires. Más allá del aporte minucioso de Kimel sobre la investigación judicial del caso, sobresale el ojo que el documental posa en la figura del padre Roberto «Bob» Kilmeate. Seminarista en 1976, sobrevivió al crimen de los sacerdotes y sus colegas de entonces porque se encontraba estudiando en Colombia, aunque después de aquel hecho conmocionante continuó con su prédica y labor social, pese a los obstáculos que los propios superiores de su comunidad y otros estamentos católicos, le fueron poniendo en el camino. En él, siguió viva la llama apagada a fuego de metralla aquella noche trágica del 4 de julio de 1976. Un capítulo de la historia reciente del país que no debe olvidarse.
