(Notas de Usuarios) – El viernes recibí la factura de gas y me indignó mucho leer la inscripción «Consumo con Subsidio Nacional». Como si tuviéramos que agradecerle a la presidenta por entregarle el dinero estatal a Camuzzi, que el gobierno obtiene del pago de nuestros impuestos. Esto es parecido a lo que sucedió con las zapatillas del ex gobernador Carlos Ruckauf. Hay también una cuota grande de demagogia detrás de ese mensaje. Los subsidios distorsionan el mercado y derivan dinero, nuestro dinero, hacia los bolsillos de las grandes empresas.
La raíz del problema es la tremenda desigualdad en la distribución de la riqueza, lo cual hace que nosotros ganemos sueldos de hambre, mientras las patronales se siguen enriqueciendo, ganando millones, y encima se resisten a aumentar los sueldos conforme a la inflación real. Si tuviéramos buenos salarios, podríamos pagar por lo que el gas vale, sin necesidad de mal gastar el dinero del Estado, que es nuestro, en subsidios injustos.
Porque si a las empresas las subsidian, como al transporte, porque con sus ingresos no pueden sobrevivir, el gobierno tendría que darse cuenta también que con los sueldos miserables que tenemos los comunes mortales tampoco podemos sobrevivir. Esto pasa mientras la presidenta usa carteras de 5.000 pesos y su esposo declara un aumento de sus bienes que es una cachetada para los argentinos.
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