(Notas de Usuarios) – Cuando una crisis, hídrica en este caso, emerge en nuestra cotidianeidad, buscamos la responsabilidad en un agente externo. Los políticos, las empresas, quienes roban el agua para sus riegos y piscinas, nuestros mayores, e incluso Dios o la mala fortuna son blanco de nuestros reproches. Si bien es cierto que hay una grave responsabilidad en muchos de estos factores, también es cierto que las empresas están en el lugar que están porque nosotros aplaudimos cuando generan nuevos puestos de trabajo, sin importar las consecuencias; los políticos autorizan su instalación y subvencionan sus actividades, porque nosotros los votamos para que estén ahí, y si no los votamos, los criamos, porque no son extraterrestres, ni siquiera extranjeros, son personas que crecieron con los mismos valores y el mismo sentido de responsabilidad por la cosa pública que tenemos nosotros.
Toda crisis se presenta como oportunidad de cambio. Y mientras esperamos que nuestros dirigentes políticos tomen las medidas necesarias; mientras esperamos que ABSA y los entes reguladores apliquen las modificaciones necesarias, y finalmente, mientras esperamos que Dios, la Madre Naturaleza, o cualquier otra entidad suprahumana en la que deseemos depositar nuestras esperanzas, decida traer la lluvia, hay algunas cosas que sí están en nuestras manos y podemos hacer.
Así que hagamos un llamado a nuestra conciencia, esa amiga que nos conecta con esta Tierra tan castigada, que todos, aunque sea sepultada por nuestros más materialistas y egoístas sentimientos, tenemos en algún punto de nuestro ser.
Las mínimas recomendaciones que quisiera hacer, están listadas aquí, pero sería interesante que entre todos podamos sumar nuevas ideas:
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Revisar y reparar todas las pérdidas que haya en casa: inodoros, cueritos de las canillas, vástagos, etc.
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Quienes tengan un depósito de agua que lo permita, después de hacer las necesidades, no descargar los 20 litros, sino apretar el botón o levantar el firulete en cantidad suficiente y necesaria para que el agua corra y se lleve lo que dejamos.
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Lavar los platos en forma inteligente: no dejar corriendo el agua mientras enjabonamos, si no mojar la esponja, enjabonar todo, y luego enjuagar.
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Poner el lavarropas bien cargado, no sólo por un par de medias.
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Lavar el auto cuando no dé más de la mugre, y mantenerlo con algunas repasaditas a los vidrios o manchas específicas, y no todos los fines de semana tirar 200 litros de agua porque soy re vejiga.
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Abrir la canilla de la ducha para entrar a ducharme, y no 15 minutos antes quien sabe para qué.
En fin, éstas y otras recomendaciones son para que observemos todos los días. Obviamente, aunque todos tomáramos conciencia de esto y lo aplicáramos, ya estamos al horno, con papas y adobe, pero es un momento crucial para comenzar a tomar conciencia. Si tomamos conciencia hoy, y cuidamos este recurso no renovable hoy, quizá nuestros hijos puedan seguir disfrutándolo. Pero si nos mantenemos soberbios, ignorantes y derrochadores de éste y otros recursos naturales no renovables, generaciones venideras pagaran las consecuencias.
