Siete peligrosos militantes de la Federación Juvenil Comunista armados hasta los dientes con pinceles y tarros de pintura fueron detenidos por valerosos agentes de la Policía Bonaerense en arrojado cumplimiento de las premisas del filósofo duhaldista Cristian Breitenstein, quien decoró la ciudad con 25 cámaras provistas por la política de seducción a los kelpers instituida por CFK antes de las elecciones del 28 de junio.
La peligrosa maniobra también responde a los intereses del promotor de Unión PRO en la región, el empresario de la seguridad privada Vicente Massot. Furioso anticomunista, el director de La Nueva Provincia apoyó al colombiano Francisco De Narváez, quien en sus homilías gráficas de pronunciaba por el trazado de un “mapa del delito” en una ciudad que no conoce.
Los hechos, lejos de provocar risas, generan preocupación: a la Policía Bonaerense sita en territorio bahiense se le está haciendo una costumbre pretender innovar el mapa delictivo con la inclusión de la pintura mural entre los hechos que amenazan la seguridad pública. Ya en dos oportunidades en los últimos meses detuvieron a jóvenes que, en el centro de la ciudad, pintaban con esténciles consignas antirracistas o en contra del sistema económico cuya defensa encarnan los uniformados.
Esta vez, según el testimonio de los militantes detenidos por los efectivos, media decena de patrulleros se hicieron presentes en el lugar donde se estaban llevando a cabo las pintadas contra un hecho cuyo repudio ha unido a numerosísimas voces en el país todo: el Golpe de Estado en la centroamericana Honduras. El hecho ocurrió en la tarde del último domingo 19 de julio, cuando se ampliaban a través de la web denuncias sobre abiertas irregularidades en el manejo de fondos públicos por parte de los funcionarios de uniforme en la ciudad.
Trasladados a dependencias policiales, los militantes comunistas fueron interrogados durante cinco horas “sobre su ideología”, según revela la misma FJC en un comunicado de prensa. Mientras los efectivos se encontraban librando su personal guerra contra el pincel, la ciudad se quedaba sin móviles que la protegieran. Distraídos en discutir sobre Honduras, los policías se encargaban de refutar cómicamente al Fino Macri, quien sostenía que no importa lo que ocurra en Honduras sino los problemas vernáculos.
De existir la lógica, el dato generaría la indignación de las vecinas de ruleros a las que pretendía defender el periodista Germán Sasso, citado por la Justicia al revelar la identidad y el domicilio de varios menores acusados de participar en diversos delitos. El armado de un verdadero operativo para detener a media docena de jóvenes armados sólo con pinceles es una perfecta pintura de las noticias que no llegan a una audiencia cuyo medio pelo peinan los medios más importantes.
No obstante, al cierre de esta nota sólo se había pronunciado sobre el punto el Nuevo Encuentro que en las últimas elecciones legislativas no logró llevar al Parlamento bonaerense al ex Fiscal Cañón. En tanto, se esperaba una pronunciación similar del Centro de Estudiantes de Humanidades de la UNS.
Cañón fue, durante veinticinco años, un hueso duro de roer por represores en busca de impunidad tras la larga noche dictatorial y la amnesia obligatoria impulsada por Menem y Alfonsín. Había prometido “patear el hormiguero”. Desde fuera, sigue cumpliendo. En apenas seis líneas de compromiso reflejó el repudio del Nuevo Encuentro La Nueva Provincia, el diario cuyos editoriales defienden lo indefendible.
Enviado a Solo Local por Diego Kenis: DiegoKenis.Blogspot.com
