Todas las mañanas emprendo mi camino hacia el trabajo. Llego a la parada del micro, esperando que en algún momento aparezca, porque a pesar del nuevo sistema y demás yerbas, la línea que tomo nunca pasa a horario, pero eso es solo un detalle. Subo a una unidad del Grupo Plaza como puedo. Digo esto porque como es de suponer viene lleno y el retraso del colectivero que en una hora pico se detiene para jugar a la quiniela o comprar un paquete de cigarrillos, no hace más que empeorar la situación. Esto, sumado a la cantidad de pasajeros, hace que el micro desborde de personas, hasta el punto de no poder cerrar la puerta. Y ahí estoy yo, pegada al vidrio, el chofer en tono irritante me grita, “¿No pensás pagar el pasaje?”; lo miro y le contesto, ¡claro que si!, cuando aprenda a ser trapecista y pueda sondear por encima de bebés y ancianos.
Mi respuesta lo sorprendió y lo hizo callar. El micro siguió su rumbo y subiendo a más usuarios, hasta el punto en el que terminé sentada en la baranda que divide al chofer del parabrisa, ¿un poco inseguro no?, pero bueno la cuestión es llegar a horario. De repente, en una milésima de segundo, el conductor frenó de golpe en un semáforo y como consecuencia quedé desparramada en el suelo junto a otras personas que se mantenían paradas como podían. Mi indignación y la de otros usuarios fue la misma. Con mucha rabia le reproché el porqué de la maniobra y el señor en tono burlón me contestó, “si te molesta, te bajás”. La opción era la siguiente, o mantenía mi postura, me bajaba y llegaba tarde al trabajo o me callaba y bajaba la cabeza, pero como no soy ese tipo de personas, decidí bajarme, le pedí que parara pero no me escuchó; le volví a gritar pero me ignoró, para esto una señora, que anticipadamente le pidió al señor que le avisara cuando llegara a cierta calle, me pregunta, “ chiquita, Undiano está por acá?” yo sorprendida le dije, “señora esa calle ya la pasamos hace rato”, la mujer le pidió por favor al chofer que la bajara en la siguiente parada, mientras éste “ coqueteaba” con una pasajera de avanzada de edad. Mi viaje concluyó, llegué a horario a mi trabajo pero la indignación me superó y más aún sabiendo que aumentan el valor del pasaje. No reprocho la tarifa, pero espero sepan utilizarla como corresponde o por lo menos puedan cumplir con los deberes mínimos, por ejemplo que la unidad pase a horario y que las mismas posean condiciones dignas para transportar pasajeros, porque sino es así lamentablemente llegaré a pensar que mi vida o la de tantos más solo vale $ 1,70.
Lo que pasa en La Plata, como se ve en este video, es lo mismo que pasa en Bahía Blanca

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