Los Aliados del Kirchnerismo Incorregible

Los kirchneristas son incorregibles. Harían cualquier cosa con tal de salirse con la suya y permanecer en el poder. El reciente anuncio presidencial de adelantar las elecciones, vulnerando ostensiblemente los tiempos que marca la ley, demuestra a las claras cómo son las cosas en la Argentina de nuestro tiempo: un país donde la letra de la norma importa bien poco. La tarde del viernes transcurría con un calor asfixiante, cuando el anuncio oficial sorprendió a los bahienses, quienes no entendíamos bien de qué se hablaba con oratoria grandilocuente, tratando de defender lo indefendible. Buenas o perfectibles, las leyes han sido escritas para que se cumplan. ¿Acaso eso ya no importa? A sabiendas que el resultado electoral de octubre podría ser catastrófico, el gobierno nacional, – con la complicidad del bonaerense- , nos llevarán a las urnas cuatro meses antes de lo que estipula la Constitución. Puede darse semejante lujo, por la mayoría partidaria que ostenta en ambas Cámaras, tanto la de Diputados como la de Senadores, ya que es necesaria esa combinación de fuerzas para que el Poder Legislativo apruebe semejante despropósito.

Uno sabe de antemano, que cualquier adicción es mala. Y la enfermiza manía que tiene el matrimonio Kirchner por permanecer en la Casa Rosada nos embarca a todos los argentinos hacia elecciones apuradas, cuando ni el ordenamiento partidario, ni las alianzas ni mucho menos la campaña electoral, están esbozadas. Las fuerzas partidarias del peronismo, del que no escapa el local, probablemente unirá lo que está desunido porque el propósito es bien claro: no perder. No importa que unos y otros hayan navegado por aguas distintas o se miren con desconfianza. Si como dijo el General, para un peronista no hay nada mejor que otro peronista, aplicar la idea es una buena excusa para que ahora se suban todos al mismo barco, como lo hizo en otros tiempos la oposición, con los resultados que conocemos: hoy está quebrada y muestra signos de debilidad más que evidentes como para reaccionar frente a la embestida gubernamental.

Después tenemos la cuestión del consorte: aparece convocando desde Olivos a todos los intendentes (incluso al nuestro), para prometer obras o servicios que a la postre, muchas veces terminan en manos de empresas amigas del oficialismo. Por ahí a los bahienses nos ven cara de tontos, pero no tenemos ni un pelo como tales: ya sabemos quiénes son los dueños del Grupo Plaza, de Covelia, de Panedile y otras tantas que pululan por la ciudad y la región.

Manipular la realidad es una especialidad de los políticos de turno. Ellos distorsionan las cifras del INDEC, con la misma impunidad que motivó la renuncia del Fiscal Manuel Garrido, quien investigaba los negocios sucios del poder. ¿Acaso se puede esperar algo ético y por ende, algo “bueno” de un gobierno que le recorta funciones al fiscal que lo investiga?

Garrido había asumido en el 2003 luego de ganar un concurso y ser nombrado por el Senado. Renunció, harto de sufrir dificultades y resistencias en un país donde, según dijo, hay «impunidad casi absoluta» para robarle al Estado. El caso más sonado que investigaba Garrido involucra al Secretario de Medios, Enrique Albistur, por repartir millones de pesos en publicidad oficial entre las empresas de su propiedad o la de sus familiares. También había puesto bajo la lupa al Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, por el caso de las presuntas anomalías en las mediciones del INDEC. Y más aún: había apuntado contra Néstor Kirchner por supuesto enriquecimiento ilícito, a Ricardo Jaime, Secretario de Transporte, por la irregular remodelación de locomotoras; a la ex ministra de Economía Felisa Miceli, por la bolsa con dinero encontrada en un baño; al ministro de Planificación Julio De Vido y el vocero Miguel Núñez por irregularidades en la adquisición de sus autos, por citar algunos casos. Desde la Oficina Anticorrupción había impulsado denuncias contra el ex presidente Carlos Menem, el ex titular del PAMI Víctor Alderete y los ex funcionarios María Julia Alsogaray, Erman González, Claudia Bello, Raúl Granillo Ocampo y Germán Kammerath. No era de esos que miran sólo para un costado, haciéndose el distraído con el otro. También acusó a funcionarios de la Alianza: el ex interventor en el PAMI, Angel Tognetto y Basilio Pertiné, Fernando de la Rúa, y el ex jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes por los sobornos en el Senado en ocasión de la Reforma Laboral.
A un hombre de la talla de Garrido, el gobierno lo expulsa. Es el mismo gobierno que ahora quiere adelantar las elecciones, so pretexto de una gobernabilidad que ni en el más onírico escenario está en peligro.

La realidad no es lo único que se manipula desde las arenas políticas kichneristas. Manipulan el discurso político a su antojo: sea con promesas que no cumplen o victimizándose cuando algo no les gusta. Manipulan voluntades individuales también. No se bancan la crítica: ni la del campo, ni la de los disidentes, ni la de la prensa, sencillamente porque no la pueden refutar con hechos concretos y si reaccionan lo hacen desviando el foco de atención, dando explicaciones a medias o con campañas de desprestigio, señalando con el dedo al crítico o mandando a sus personeros para que operen en contra del crítico.

Las elecciones, son el mejor instrumento que tenemos los ciudadanos para poner en su lugar a quienes han abusado de la confianza que las urnas les otorgaron. En general, no prestamos demasiada atención a las elecciones legislativas, en las que se renuevan concejales, senadores y diputados. Las listas sábana y el descrédito hacia la clase política le juegan en contra al elector. Porque por no interesarnos lo debido en cómo votamos para los cargos legislativos, después nos vemos frente a situaciones como ésta, en la que un gobierno se puede dar el lujo de torcer los tiempos electorales, sólo porque sabe que tiene el as de espada: la mayoría en el Congreso Nacional.

Más nos vale a todos, empezar a interesarnos en la política. Para los ciudadanos no sólo es un deber, sino una obligación moral hacerlo. Ya lo dijo una vez Bertol Brecht, el creador del Teatro Épico: No acepten lo habitual como cosa natural pues en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad conciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar.

Los bahienses podemos estar en este momento en cualquier lado: en la cocina de casa mirando televisión o escuchando la radio mientras trabajamos. La voz del discurso presidencial ensaya excusas que muchos no creemos. Es cuando las máximas de Brecht comienzan a envolver el aire, ya que aplican a la perfección en el momento que nos toca transitar: El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.

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