Primero, no controlaron la calidad del servicio público de transporte que padecimos por años los bahienses, y seguimos padeciendo, pese al pronóstico oficial. Después, no controlaron a las industrias que contaminaron nuestro estuario, el aire que respiramos y el suelo que pisamos. Más tarde, no controlaron el tránsito y en el 2008 el número de muertos en accidentes casi se triplica. Ahora, pese a que el recuerdo triste de Cromagnon late en todos como una llaga al rojo vivo, un cantante de la talla de Joan Manuel Serrat debió interrumpir su espectáculo en el Club Estudiantes, por falta de seguridad. Sucedió anoche, mientras el intendente y casi la totalidad de su gabinete escuchaba cómo el catalán instaba a su público a recurrir a la vía judicial para formular una denuncia.
No fue para menos. La habilitación decía claramente que el empresario Juan Aliotti no podía vender más de 2.159 entradas, pero vendió casi 5.000. De ese modo, las escaleras de acceso a las gradas y las puertas de emergencia se vieron obstaculizadas, poniendo en serio riesgo a todos los presentes. ¿Tiene que venir Serrat a decirle al intendente, en su propia cara, que algo no anda bien en el estadio cuya seguridad su comuna debe garantizar? ¿Cuántas desgracias deben ocurrir? ¿Cuántas personas tienen que morir antes de que las autoridades hagan lo que marca la ley? El lema oficial dice «Podemos Hacerlo Mejor». Entonces no queda otro camino razonable: Si pueden hacerlo mejor, no esperen más y háganlo de una vez.
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