Somos rehenes, presos de los grupos económicos que se hicieron cargos de las empresas del Estado argentino con el único interés de aumentar sus negocios sin ningún tipo de escrúpulo. El verso armado para doña rosa se cae a pedazos desde hace años.
Hoy pase 20 hs sin luz gracias a EDES y siempre en estas circunstancias recuerdo, aunque era bastante chico, a Neustad desde la pantalla de Telefe hablando del futuro venturoso del país gracias a las políticas de Dromi & cía, brindando al aire junto a Menem con champagne. Empresas que sistemáticamente prestan un servicio deficiente, hacen y deshacen a su antojo.
La panacea privatizadora que narró el menemismo (y continuada por los K), sólo destruyó al Estado permitiendo millonarios beneficios al sector privado. La dependencia de nuestra Nación es alarmante y la soberanía económica una bandera política que debe ser recuperada. La ley se convierte en farsa, con licitaciones y concesiones armadas, los usuarios pueden quejarse pero nada pasará. Ejemplos sobran, Clarín maneja el 80 % del servicio de TV por cable aunque hay legislación antimonopolio o el Grupo Plaza en mi ciudad burla las clausulas y se queda con las 3/4 partes de las líneas locales mediante empresas fantasmas.
Hace unos años en Bahía Blanca el agua “potable” empezó a salir con olor a gamexane, no sólo era imposible beberla, la ropa y el cuerpo quedaban impregnadas de un olor nauseabundo. Durante semanas todos los vecinos tenían que dirigirse con sus bidones a cargar agua a los surgentes o a la serie de tanques que se empezaron a distribuir por los barrios. Eran postales propias de una guerra, pero no se trataba de Kosovo, sólo una ciudad del sudoeste bonaerense, presa en ese caso del negociado de Azurix.
El petróleo fue entregado mientras que Estados Unidos encabeza guerras e invade países para garantizar el suministro del tan preciado oro negro. YPF, la primer empresa petrolera estatal del mundo, era el símbolo de la dignidad nacional. El accionar visionario de dirigentes como Yrigoyen y Mosconi fue tomado como ejemplo en toda Latinoamérica. Pero la oleada neoliberal la destruyó y la ciudadanía compraba mientras tanto espejitos de colores como si no hubiera corrido mucha sangre durante 500 años en estas tierras.
Nuestros liberales se quejan de los contactos de los K con Chavéz, a quien acusan sin ningún empacho de dictador, pero nada dicen de los K cuando Nestor renovó por 30 años la concesión de las señales de televisión o cuando se mantienen los peajes del menemismo (claro, esos no son piquetes que impiden la libre circulación, no?). Por no hablar del desmantelamiento de la red ferroviaria y el asqueroso servicio prestado por empresas como TBA.
Genera mucha indignación el panorama colonial en el que vivimos, y más bronca todavía la ausencia existente en el debate nacional de la necesidad imperiosa de recuperar nuestros recursos naturales y todos aquellos resortes fundamentales para el desarrollo de un país inclusivo.
El Arturo Frondizi que uno rescata (el autor de «Política y Petróleo» y no el de la traición con Alsogaray como ministro), enseñaba que la posesión de la tierra y el rumbo que toman las inversiones extranjeras sirven como hilo conductor para poder conocer la evolución económica del país y que estos dos aspectos conforman resortes vitales para la conformación de una economía nacional y popular.
“…si el servicio público debe satisfacer necesidades colectivas y servir de instrumento de gobierno para orientar el desarrollo económico, el lucro no debe ser la finalidad principal, sino mera posibilidad accesoria. Y sin lucro no puede haber empresa privada. El servicio en manos del país puede permitir, no solamente el abaratamiento, sino su utilización como factor de fomento del progreso económico – cultural…”
Hay que ser muy claros: mientras la ciudadanía acompañe con su voto a los proyectos entreguistas nada cambiara.

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